Síndrome de la Niña Buena – 4 consejos para modificarlo!

Me criaron para ser una chica educada, amorosa, empática y respetuosa. Es posible que tú también lo hayas sido. Me enseñaron a pensar en los demás y en su bienestar; hice un esfuerzo consciente por tratar a las personas como quería que me trataran a mí, ser comprensiva con las debilidades de los demás, procurar dejar el mundo, un poco mejor de lo que lo encontré al nacer. En resumen, siempre intenté ser una niña buena.

Ingenuamente, pensé que esta era la forma en que todos fueron educados. Asumí que todos harían todo lo posible por tratarse bien los unos a otros. Pensé que todos vivíamos en un mundo en el que nos respetábamos, coincidiéramos o no, que había una aceptación por las elecciones de todos los individuos, estemos o no de acuerdo. Pensé que ser considerada, significaría que los demás serían igualmente considerados conmigo… pensé, sentí… me equivoqué?… el mundo no era un lecho de rosas, me di cuenta de que el sentido común es el menor de los sentidos, y las personas no siempre son una oda a los modales y lo que consideraba, buenas costumbres.

Claro, me he encontrado con toneladas de almas hermosas. He hecho muchas conexiones con gente encantadora y respetuosa. En estos grupos de personas he encontrado a mis amigos más cercanos, mis mentores más inspiradores y mis clientes/pacientes más maravillosos.

Por otro lado, ha habido muchas personas que vieron mi educación como una oportunidad para poner a prueba mis límites. Ha habido muchos que vieron mi amabilidad como una señal para pisotearme. Aparentemente, cuando te ven como una niña buena, la gente supone que pueden salirse con la suya, porque saben que seguirás comportándote como un adulto maduro y respetuoso, independientemente de lo que te digan y/o hagan.

Lo peor de todo es que me vi absorbida cada vez más por el papel. Intenté con todas mis fuerzas complacer a todos los que me rodeaban. Me comuniqué con la gente, mi gente, para asegurarme de que estaban de acuerdo con las decisiones de vida que estaba tomando. Dije que sí a cosas que nunca soñaría hacer por mi cuenta. Me convertí en un perfeccionista obsesiva, especialmente en lo que respecta a cómo me presentaba y qué hacía. Lo mejor de todo es que fingí disfrutar de todo esto y lo hice con una sonrisa en mi rostro. A veces estaba tan metida en eso que comencé a creer erróneamente que sí, que me encantaba el helado de menta que hacia una amiga, cuando en realidad soy alérgica. Fue aterrador y agotador, todo a la vez.

¡Respetar a los otros está bien, justificar el daño, la falta de educación, la agresión, lo indebido…NO!; no importa si en el 83 antes de Cristo esa persona no la pasó en la vida, nada justifica hacerte sentir mal. Cada uno buscará su bienestar, inclusive a costas de tus lágrimas; aprende a decir: momentito, en mi vida mando yo, y en ella nadie me maltrata, me recorta o me reduce. Quien te ame, quien te valore, no te hace mal, y que lo toleres, no te vuelve una buena persona. Aprende a emitir tu voz, a poner límites, a cuidarte, protegerte, amarte y pelear por tus sueños, somos responsables antes de cualquier cosa, de mantenernos a salvos y procurar ser plenos.

La buena noticia, o la mala, si se mira desde otro ángulo, es que no me lo estoy imaginando. Un estudio realizado por la Universidad de Stanford informó que los adjetivos más deseables para describir las mujeres eran compasiva, cálida, alegre, de voz suave, comprensiva y leal; todas cualidades de una niña buena. Por otro lado, cuando se les pidió a los mismos participantes que enumeraran adjetivos deseables para hombres, enumeraron: independientes, asertivos, dominantes, fuertes y decisivos. Aparentemente, las mujeres somos más deseables cuando somos suaves, dulces y dóciles, y los hombres cuando son fuertes.

Es hora de detener esto. Es hora de dejar de ser una buena chica y empezar a ser una chica fuerte, con voz propia, con claros y oscuros, con días buenos y malos, con preciosas virtudes y también, con encantadores defectos. Es hora de que todas las niñas buenas, dejemos de ser niñas, y nos convirtamos en mujeres maduras, que aprenden a decir NO, que se hacen responsables de quienes son, de lo que quieren y como. Aquí hay algunos consejos sobre qué hacer al respecto:

1- Aprende a decir: No

La gente siempre pedirá ayuda, como tú, como yo; es normal y está muy bien; no hay nada de malo en eso, a menos que: no tengas ganas, no tengas tiempos, no lo creas propicio, estés agotada, limpiando, o simplemente con otras prioridades. No puedes decir que sí a todo y no puedes ayudar a todos. Tienes que aprender a ponerte a ti misma, tu salud y tu bienestar ante todo; porque tu mundo, sin TI, no funciona. No podemos dar lo que no tenemos, y la forma más honesta de ser con el otro, es ser primero, con uno mismo.

2- Exprésate.

Si alguien te falta al respeto, no lo ignores; si alguien está siendo grosero, díselo; si alguien intenta cambiarte, por un stop; si te hieren, cierra tu frontera a quien lo hizo, y si te importa demasiado, realiza un tratado internacional en donde ambos están obligados a cumplir. Si no hablas, nadie te escuchará; si no estableces límites, la gente seguirá siendo abusiva, o cómoda, a poco empática; no siempre el responsable es del otro que se siente bien con tu obediencia debida, y tu servicio incondicional, muchas veces somos nosotros los responsables por no enseñar al otro, como nos gustaría ser tratados. Sé valiente, sé audaz y sobre todo, responsable contigo misma.

3- Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti.

Transformarte de una niña buena a una chica fuerte no significa que comiences a ser grosera, que dejes de ser comprensiva, empática y agresiva. Encontrar tu voz y emitirla, tiene que ver con que continúes con tu esencia, sin olvidarte lo valiosa que eres. No se trata de pisar cabezas, olvidar de escuchar y omitir las emociones y los sentimientos de quienes te rodean, tiene que ver con que tu vida, tiene centro en ti, y tu bienestar, físico, psíquico y emocional, depende de ti, y debes cuidarte amorosamente, respetarte correctamente, e intentar lograr lo que quieres sin dar más importancia a los demás. Continúa siendo educada, considerada y respetuosa, solo procura no agachar la cabeza cuando los otros necesiten apagar tu luz para brillar. Cuidarse no es eliminar, bloquear o agredir a otros; es no permitir que los otros lo hagan contigo; si en el camino del autoconocimiento y/o tu felicidad alguien debe salir de tu círculo, agradece su presencia, y también, bendice su ausencia.

4- Defiende tu posición.

No hay nada de malo en vivir tu vida de acuerdo con tus valores, no hay nada de malo en tomar las decisiones adecuadas para obtener tus deseos, no hay nada malo con quien eres. Cree en ti, y mantente firme. Las personas a menudo intentan influir en la trayectoria de tu vida o dar opiniones claras sobre lo que consideran que debes hacer, especialmente si eres una niña buena; no todas las personas intentar dirigirte según los beneficios que pueden conseguir de ti, pero si te dan una perspectiva con base en sus valores, su experiencia y su historia; solo aprende a respetar la tuya, aprende a escuchar que es lo que honestamente te sirve, y que no va contigo; agradece su opinión, pero toma la decisión que consideres correcta para ti, nadie más que tú, sabe a donde quiere llegar, nadie más que tú, sabe que es lo que quiere sentir.