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¡Fuera de control! Detengan el mundo, quiero bajar

¡Fuera de control! Detengan el mundo, quiero bajar

¿Alguna vez pensaste que todo estaba fuera de control? ¿Alguna vez has querido detener el mundo por un momento, debido a un agotamiento extremo? Todos hemos pasado por momentos en los que pensamos que no podríamos hacer más. La rutina y el estrés diario no suelen ser amigos de la calma y la tranquilidad.

Cuando sientes que la situación actual te supera, terminas frustrado y con una sensación de miedo desagradable que a veces puede convertirse en rabia y desesperación. Todo esto contribuye en ti a la creación de una neblina de pensamientos que te impedirá encontrar la forma adecuada de afrontar lo que te sucede; en este caso, no es el árbol que nos impide ver el bosque, sino el bosque, que nos impide ver el camino.

Ante este escenario, es importante comprender qué te sucede antes de actuar. Quizás solo necesites respirar y analizar cuidadosamente tu condición. Veamos qué pasos tomar cuando pensamos que estamos fuera de control.

¡Fuera de control! Detengan el mundo, quiero bajar

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¿Cómo funciona el miedo?

El miedo es una emoción que te abruma repentinamente cuando te enfrentas a situaciones que tu cerebro considera potencialmente peligrosas para tu bienestar. En realidad, su propósito no es asustarte, sino prepararte para actuar, ya sea de ataque o de huida. De hecho, el miedo está ahí para protegerte.

El mecanismo que desencadena el miedo a nivel biológico está en el cerebro reptil, en el sistema límbico, que regula las acciones esenciales para tu supervivencia. Regula tus emociones y tus funciones de conservación. Además, está la amígdala, que es la estructura del cerebro responsable de provocar tus sentimientos de miedo y ansiedad. Todo el tiempo se trata de supervivencia. El miedo está ahí, para analizar las posibles amenazas y tus posibles reacciones a ellas; y para poder tomar decisiones, como diría Napoleón: Vísteme despacio, que estoy apurado.

Por otro lado, el Miedo corresponde al nivel psicológico en un estado emocional que te ayuda a prevenirte y a protegerte. Sin embargo, este estado a veces responde de manera desproporcionada a las situaciones en las que te encuentras. Esto puede hacer que te quedes paralizado o aturdido al no poder responder adecuadamente.

El miedo se ha ido adaptando a los tiempos, y es una energía tan vital, que muchas veces se disfraza de rabia, tristeza e incluso alegría frenética, para mantenerte alerta. No importa la máscara con la que se presente. Lo importante es responder de manera asertiva a la situación problemática. Para esto, es necesario primero aceptar el miedo que sientes para luego comenzar a manejarlo.

 

“Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender.” Marie Curie

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La sensación de pérdida de control.

Cuando te conviertes en víctima del miedo y piensas que nada está en tus manos, que estás fuera de control y que no puedes hacer frente a lo que te está pasando, es normal experimentar frustración e impotencia; el detalle radica en el hecho de que si el miedo te atrapa, terminarás pensando que todo lo que vendrá será un caos y que nunca podrás hacer nada, lo que terminará en una sensación de pérdida de control.

Si unimos el miedo con la sensación de pérdida de control, la situación se convertirá en una fórmula perfecta para desear que el mundo se detenga y que puedas descender de este RÁPIDAMENTE. La mala noticia es que el mundo no puede parar, las circunstancias no pueden cambiar a demanda como tampoco las personas. ¿Qué se debe hacer?

Tenemos buenas noticias: puedes hacer una pausa en el camino. De hecho, se trata de hacer una pausa para reflexionar. Este es un pilar muy importante que te ayudará a resolver tus preocupaciones porque te permitirá observar la situación desde otro punto de vista. Por tanto, debemos encontrar un enfoque diferente y mucho más eficaz. Podemos ejemplificarlo como cuando queremos cruzar una calle, y no hay semáforo; lo primero que haremos, por muy apurados que estemos, es llegar a la orilla de la esquina, y mirar por ambos lados, antes de lanzarnos a cruzar. 

Esta propuesta se basa en círculos de influencia o control; es una práctica muy utilizada por los psicólogos humanistas y es absolutamente útil en estos casos, y muy sencillo!, ¿de qué se trata?.

¿De qué se trata los círculos de influencia, control o preocupación?

Los círculos de control son una forma de ver topográficamente tu entorno, la influencia que tienes sobre él y la que tiene sobre ti. Para ello, es necesario desarrollar tres círculos principales:
  • Círculo de control: aquel sobre el que tienes mayor poder, absoluto poder. Está relacionado con tus acciones, decisiones y pensamientos.
  • Círculo de influencia: sobre el que tienes cierto control, pero no total. Está relacionado con tus relaciones interpersonales, familiares, profesionales y tu forma de gestionarlas.
  • Círculo de preocupación: se trata del que no tienes ninguna influencia. Sin embargo, este círculo puede tener algunos efectos directos sobre ti. Es, por ejemplo, el clima, el tráfico, los pensamientos de los demás.

Los seres humanos podemos elegir dónde enfocar nuestra energía y atención. Si nos enfocamos en las preocupaciones fuera de nuestro rango de influencia, corremos el riesgo de aumentar nuestro estrés y caer en el paralizante espacio de acusar, culpar y victimizar.

Cuando te sientas fuera de control y necesites detener el mundo por un momento para salir de él porque no puedes con todo, detente un momento y piensa en estos círculos. Trata de diferenciarlos y delinearlos y luego trazar un plan de acción realista. Suena difícil?, no lo es PARA NADA!, es una gran herramienta para ti.

Es importante comprender la diferencia entre lo que controlamos y lo que influenciamos. Controlar significa que tenemos completa autoridad sobre la situación, por ejemplo, podemos controlar si comemos o no una pizza; pero no puedo controlar si mi amiga Anna come o no una pizza; podría convencerla de que no se lo coma; o tal vez se sienta inspirada cuando me ve resistiendo la porción de Margarita. Podemos influir en Anna, pero no podemos controlarla. Esa es la diferencia; no hay ambigüedad en el control. Si podemos controlar, podemos obtener exactamente lo que queremos; pero influir significa que podemos impactarlo, pero no podemos garantizar los resultados que queremos.

«Si un problema se puede arreglar, si se puede hacer algo al respecto con una situación, entonces no hay necesidad de preocuparse. Si no es corregible, entonces de nada ayuda preocuparse. No existe ningún beneficio la preocupación». Dalai Lama.

¡Fuera de control! Detengan el mundo, quiero bajar

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La importancia de saber nuestros límites.

Cuando comiences a diferenciar los círculos y a definir el terreno sobre el que se desarrollan tus acciones, la situación se volverá menos caótica. Automáticamente, la parálisis que produce el miedo ante la pérdida de control comenzará a reducirse.

Cualquier energía que inviertas en tratar de controlar círculos en los que no tienes influencia es de energía perdida y cierto reencuentro y asociación ilícita con el miedo y la frustración, un ancla imposible de arrastrar!. Hay una frase hermosa e inspiradora para aquellas situaciones que no podemos solucionar, y es: no puedes controlar el viento, pero puedes ajustar la vela.

Lo más importante es tener en cuenta que en determinadas situaciones, puedes ejercer alguna influencia, pero el resultado final no necesariamente depende de ti. 

Tu círculo más cercano, sobre el que tiene más control, es el terreno fértil donde puedes sembrar; pero incluso la mejor de las predisposiciones, el mejor de los trabajos, no hará que puedas controlar la cantidad de lluvia o sol necesarios para que ese tomate crezca según tus expectativas. Aprender esto, poder manejarlo, administrarlo y comprenderlo, es un tesoro.

“No soy producto de mis circunstancias. Soy producto de mis decisiones «. – Dr. Stephen R. Covey

¡Fuera de control! Detengan el mundo, quiero bajar

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En conclusión…

Entonces, antes de pedirle al mundo que se detenga, detente y concéntrate nuevamente en aquello que si está en tus manos. Al final, lo más importante es sentirse satisfecho con lo que has logrado. Si consideras honestamente que has dado lo mejor de ti mismo, el resultado final vendrá por sí solo.

Las circunstancias en las que puede estar inmerso a menudo son independientes de tu deseo de cambiarlas. De hecho, significa que no tienes control sobre ellos. Sin embargo, tienes control absoluto sobre la forma en que eso te afecta, te rompe o te convierte.  Tus pensamientos y sentimientos se ven afectados por el entorno, pero gran parte del control sobre ellos se encuentra dentro de ti, es la brújula que jamás puedes perder; tú eres tu único norte; Debes concentrarte en este punto.

Si a pesar de todo, es un camino que te cuesta adoptar naturalmente, y el miedo es lo suficientemente pesado como para poder superarlo; contáctate con nosotros, encontrar en este espacio, con un terapeuta exclusivo para ti, un lugar que te dará las herramientas necesarias para que puedas transformarte, descubrirte, y liberarte. No estás solo en el proceso, estamos para acompañarte.

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